jueves, 9 de septiembre de 2010

Dejar de Esperar

Siento el miedo correr por mi cuerpo. Es casi natural, siendo que me aterra desde hace mucho lo mismo, puede que me importe una mierda casi todo en este mundo pero hay algo, siempre hay algo que logra volvernos nada frente a su presencia continua, terrible y atormentadora. Ahora se hace un poco más "real", más visible, cuando vuelven a mi gran parte de los sentimientos que hace mucho no encontraban ni uso ni lugar, yacían empolvados, añejos, a su suerte. Es que, siento tantas cosas que llegan a confundirme, entonces mi tipica fachada de hombre sereno y calculador se desbarata, pierde coherencia, ya no es tan clara y deja a su paso el caos de la conciencia dormida que ahora despierta lánguidamente.

Porque sí, enfrentémoslo, soy una persona que siente, muchísimo. Pero evito ese "sentir" para no tener que enfrentarme a las posibles consecuencias de hacerlo. De haber vivido tanto tiempo sintiendo y terminar esas emociones como no correspondidas, un vacío se va generando en mi alma donde cada palabra que he esperado escuchar va cortando un poco más, desgarrando la piel y agotando la sangre. Las palabras que jamas he dicho se vuelven un lastre que va creciendo más y más a medida que quedan miles de mis emociones inconclusas, se pierden sin dueño entre los confines de una bóveda de la cual nada ni nadie quiere salir. Soy yo quien se oculta entre esas paredes, es mi alma la que esperaría ser correspondida y no tener que sufrir en vano, para poder moverse libremente entre el reino de los mortales. Pero hay tantas cosas que quiero decir y tantas cosas que quiero hacer... pero el miedo a que todas mis ilusiones y esperanzas salgan, se enfrenten a ese mundo y se vuelvan trizas, termina por limitar mi nivel de acción, cortando mis libertades y haciendo mi mundo un poco más gris. Tan gris que realmente llegan mis ojos a olvidar lo que es un color, llegan mis labios a olvidar lo que es una risa, y llega también mi corazón a olvidarse de su pulso, latiendo imperceptiblemente en el pecho de un cadáver sin propósito ni dirección.

No debería ser tan difícil. Debería ser más fácil, quiero creer que es más fácil de lo que parece, quiero convencerme de que es posible. Engañando a mi inútil lógica, arrasando con las precauciones innecesarias, corriendo por senderos peligrosos y estrechos, para sentir la emoción de un riesgo que otorga tanto cuando se desafía su poderío. Desafiando a la muerte, solo para saber si sigo vivo.

Por eso ahora te veo, siento que algo debo intentar. Sé que es valido querer arriesgarme. Es el todo o nada. No quiero tener que esperar una eternidad más para saber "que pasa", quiero arriesgarme ahora mismo y luchar, luchar por una causa que hace tan poco tiempo volvió a la vida. Quisiera ser honesto con lo que siento, no tener que andar con idiotas rodeos, evitando decir lo que realmente siento y pienso solo porque es más fácil. Estoy harto de tener que protegerme siempre. Quiero poder mirarte a los ojos y no sentir como las venas me corroen la conciencia, deseando deshacerme una vez más en versos ante tus pies. Si ahora no es cuando, entonces realmente no sé cuándo puede ser. Quiero poder abrazarte, besarte, acariciarte, sin sentir limites entre la piel y la desbordante pasión que brota de mis poros. Quiero ser yo. El "yo" que sale a relucir cuando estoy contigo, el "yo" que siempre he sido en realidad.





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© Hernán Pumarino // Pseudohumano Artworks

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